martes, 13 de mayo de 2008

¡ A comer, niños !


¿Cuántas veces hemos sufrido, directa o indirectamente, los malos modos de un niño en una mesa mientras estamos comiendo? ¿Y que los niños rechacen un plato de vegetales? Creo que cada uno de nosotros, sobre todo los padres de familia, tenemos alguna anécdota que contar al respecto. Hablar de buena educación y buenos modales de los niños, sobre todo a la hora de la comida, comprende no sólo enseñarles la forma adecuada de comer, utilizar los cubiertos, poner la mesa o saber cómo deben comportarse, sino que también engloba la actitud correcta hacia el resto de las personas sentadas a la mesa porque, nos guste o no, los modales son el parámetro más importante de valoración social.
Nutrición saludable no sólo consiste en evitar la comida "chatarra", si no en incluir en nuestros menús diarios una alimentación variada y equilibrada, así como la realización de actividad física.
Por ello, el motivo de este blog es, por un lado, orientar a todos para conseguir que una comida con niños sea una experiencia agradable, y por el otro, concienciar a nuestros pequeños sobre la importancia de una alimentación saludable.

Buenos modales para niños

Aprendiendo con Hello Kitty

¿Cuándo y cómo empezar a enseñarles?

Practicar los buenos modales en la mesa ayudará a crear una atmósfera más agradable en las horas de las comidas, y preparará a los más pequeños a afrontar las ocasiones en las que las comidas se realicen fuera de casa, en donde se requiere un comportamiento más formal.
Este aprendizaje puede empezar desde que colocas al niño es su propia sillita o trona. Los padres tienen que ser ejemplo de buenas maneras, así los mayores deben de mantener un volumen de voz suave y usar palabras como "gracias" y "por favor", y no hablar al niño cuando su boca esté llena. Muy importante también, es introducir desde pequeños hábitos de comida saludable y festejar, delante de los niños, las verduras y las frutas como el mejor de los manjares.
Cuando el niño se comporte inapropiadamente de una forma manifesta, habrá que optar por el método que mejor se adapate a su estilo disciplinar, que puede consistir en una suave reprimenda. Eso sí, hay que tener presente que, tan importante es enseñar al niño buenas maneras desde pequeñitos, como lo es que los padres ajusten sus expectativas a la edad de sus hijos, siendo realistas de lo uno puede esperar de ellos en cada etapa de crecimiento del niño.

¿Cuándo comemos?

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¿Cuál es el comportamiento adecuado?

Siempre es peor ver a un adulto perdiendo la compostura en la mesa, pero ver a un niño comportarse de mala manera, por muy pequeño que sea, no es del gusto de nadie. Si se educa a un hijo como es debido, ¿por qué olvidarse de las buenas maneras a la hora de sentarse a comer? Los niños tienen que tener nociones de protocolo lo más pronto posible, como parte de su aprendizaje natural. Le recomendamos una serie de puntos para adaptar las buenas maneras a los más pequeños.

Antes de sentarse

Un punto fundamental es la higiene. Deben saber que se tienen que lavar las manos y peinarse antes de sentarse a la mesa. Es importante que esta buena costumbre salga de ellos mismos, tienen que aprender a hacerlo, y sin protestar, ya que si se produce la 'lucha' entre padres e hijos, será muy incómodo para los demás comensales. Si los niños vienen de jugar en la calle o llevan ropa de deporte, es aconsejable que también se cambien. Si ellos mismos no pueden vestirse, tiene que ayudarles con tiempo para no llegar tarde al almuerzo. La puntualidad es fundamental también a esas edades.

Antes de empezar a comer

Cada niño debe tener un sitio asignado y lo tienen que respetar, ya que, si no, el almuerzo se puede convertir en el 'juego de las sillas'. Si no entran en razón, hay que intentar explicarles por qué tienen ese sitio asignado, 'suyo, único y especial'.

Hay que ayudarlos y acostumbrarlos a que permanezcan erguidos en la silla, ni muy cerca ni muy lejos de la mesa, y que no se levanten hasta que no quede nada en el plato. Es fundamental que desde pequeños sepan esperar, aunque les cueste y estén deseando levantarse de la mesa para jugar. Procure que no balanceen los pies, para evitar esas 'pataditas' al comensal de enfrente, y que permanezcan sentados.

Los brazos tienen que estar colocados sobre la mesa, apoyando los antebrazos a ambos lados del plato. Nada de hacer ruido con la vajilla, la cubertería o los vasos, cosa que suele ser una gran tentación para ellos, sobre todo cuando se reúnen unos cuantos niños en una mesa

Durante la comida

Si ya tienen la edad suficiente, lo primero que deben hacer al sentarse a la mesa es colocar la servilleta sobre sus rodillas. Utilizarla en el cuello no es de buena educación, ya que para eso están los baberos. Piénselo, ya son mayores para no mancharse y, si lo hacen, seguro que tiene solución. Las manos no se esconden debajo de la mesa y la cabeza no se baja para comer, es el brazo el que, con el cubierto, pone el alimento a la altura de la boca.

Enséñeles a comer por sí solos lo más pronto posible. Que sepan el uso de cada cubierto y lo que no se puede hacer con ellos, por ejemplo; el tenedor sirve para comer los alimentos y el cuchillo sirve para cortarlos, ¡nunca para llevárselo a la boca!

Si falta algo en la mesa, serán los primeros en darse cuenta. Acostúmbreles a que siempre lo pidan por favor y que den las gracias.

Los 10 Mandamientos en la mesa

Comidas saludables


Parte de nuestra responsabilidad como padres es enseñar a nuestros hijos a alimentarse correctamente, para que de adultos lo sigan haciendo. Como en otras ocasiones, los padres han de ser un ejemplo a imitar. No bastará con decirles lo que es sano y lo que no, si no que ellos deberán ver que sus padres también eligen productos saludables a la hora de comer. Los niños, cada vez más, ingieren comidas con un alto porcentaje de azúcar y grasa y cada vez son más sedentarios. Todos sabemos lo que esto implica: obesidad, colesterol, cáncer, diabetes...Pero, ¿qué podemos hacer como responsables de nuestros hijos?:

- A la hora de comprar comida hemos de ser cuidadosos con los alimentos que elegimos, leer las etiquetas de información nutricional y no llenar la despensa de comida "chatarra". Las frutas y verduras deberían ser el alimento que predomine en nuestras casas, siempre teniendo en cuenta que les ofreceremos una comida variada, según lo que marca la pirámide nutricional.
- A la hora de comer vigilaremos las porciones, estimularemos el consumo del agua o la leche, en lugar de bebidas gaseoas y azucaradas.
- Durante el resto del día, alentaremos a nuestros hijos, como parte de la rutina diaria, a realizar ejercicio físico, ya sea saliendo a caminar, a montar bicicleta o a practicar algún deporte. Con esta actitud, evitaremos que pasen horas sentados frente al televisor, el ordenador o las videoconsolas.
- También es buena idea invitarles a la cocina para que ellos mismos realicen sus comidas y algunas recetas fáciles, siempre bajo nuestra supervisión.

¡Qué rico!

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¿Lo conseguiré?

Educar a un hijo no es, en general, una tarea fácil. Son muchas las áreas en las que los padres influimos en el futuro comportamiento de nuestros hijos. Por ello, hemos de ser un buen ejemplo a imitar. En este caso, las relaciones sociales son un campo que no hemos de dejar atrás. Hoy día se han perdido cierto valores de gran importancia, tales como la buena educación, el respeto, la cortesía...factores muy importantes para el desarrollo de un niño. Muchos padres se preocupan más de la apareciencia física de sus hijos y de aspectos superficiales que de alimentarles en valores. Aunque es más fácil y cómodo hacer dejar al niño lo que quiera, soy de la opinión de que deberíamos no caer en la dejadez y ser pacientes con nuestros niños a la hora de hacer de ellos unos buenos comensales, en el sentido amplio de la expresión. Desde pequeños debemos de inculcarles hábitos alimentarios saludables, pues es desde entonces cuando podemos hacer de nuestros hijos unos adultos sanos o unos adultos con colesterol, es nuestra elección. Creo que, con empeño, delicadeza y cariño, todo se puede conseguir. Ánimo a todos en nuestra tarea de hacer de las horas de la comida momentos agradables y esperados para todos y no un temido campo de batalla del que, desesperadamente, queramos huir cada día.